En nuestra serie musical Fiestas patronales no podía faltar la patrona de todos los músicos. Santa Cecilia debe su relación con la música a una traducción –si se me permite– bastante libre de una frase de su leyenda escrita en latín. Al fin y al cabo, esto condujo a la designación de la restauración musical eclesiástica en el siglo XIX como “Cecilianismo”.
En la Pasión Sanctae Caeciliae, del siglo V, se dice: “Mientras tocaban los instrumentos, Caecilia cantaba al Señor, diciendo: “Que mi corazón no se manche, para que no perezca””, y como el ablativo latino "cantibus organis –tocaban instrumentos–" puede interpretarse también como “tocaba un instrumento”, Cecilia fue representada cada vez más como músico, y luego, con la difusión del órgano, como organista.
En el siglo XVIII, la Sociedad de Música de Londres encargaba cada año a un compositor importante una obra para conmemorar el día de Santa Cecilia. A esta tradición hay que agradecerle una serie de opulentos episodios de Cecilia, pero las misas festivas de Santa Cecilia también gozaron de gran popularidad.