“Ora et labora – reza y trabaja”. Aunque este aforismo se atribuye a San Benito de Nursia mucho después de su vida, recoge la idea básica del monacato: vivir la vida según un ideal religioso y santificar el día mediante la oración. Por supuesto, esto implica un montón de cánticos – tenemos las partituras aquí.
Según la regla benedictina, esto se lograba mediante tiempos regulares de oración –el Horen–, también llamados “horas de oración” u “oficio divino”, en los que se rezaba todo el Salterio en una semana. El Oficio Divino comienza con los Maitines nocturnos, de los que se deriva la palabra “Mette” – aquí es donde se hicieron más famosos los Tenebrae, los Maitines fúnebres en Semana Santa. Siguen los “Horen” menores tercero, sexto y no a la tercera, sexta y novena hora, correspondientes a las 9, 12 y 15 horas aproximadamente. Por la tarde se celebran las Vísperas y al final del día las Completas.
Desde entonces, la estructura de cada Horen se ha normalizado y los elementos musicales son: Apertura, Himno, uno o más Salmos, Canticum, Responsorio, Padre Nuestro y donde corresponda. a Antífona Mariana.