150 Años de Serguéi Rajmáninov

“La música es suficiente para una vida. Pero una vida no es suficiente para la música.”

por Eleonora Paolin (01.04.2023)

“La música es suficiente para una vida. Pero una vida no es suficiente para la música.” Así dijo Serguéi Vasílievich Rajmáninov, que nació hace exactamente 150 años en Rusia. Queremos recordar al "último romántico" profundizando en algunos aspectos más o menos conocidos de su vida profesional y su producción.

Rajmáninov dedicó su vida a la música, como compositor, director de orquesta y, sobre todo, intérprete al piano. No sólo nació en el seno de una familia de músicos –su bisabuelo había sido alumno de John Field (inventor del nocturno) y su padre tocaba el piano–, sino que desde sus primeros años de estudio afloraron sus extraordinarias dotes como intérprete y compositor. De hecho, se graduó en piano un año antes, en 1892, en el Conservatorio de Moscú; en la misma clase de piano estaba Scriabin. Por su posterior diploma en composición recibió la Gran Medalla de Oro del Conservatorio de Moscú.

Rachmaninov: El Compositor

“[Componer] para mí es como hablar, y a menudo la pluma apenas podía seguir el rápido vuelo de mis ideas musicales" y de nuevo "Compongo música porque necesito dar expresión a mis sentimientos, igual que hablo porque necesito dar voz a mis pensamientos". A pesar de su innegable talento musical, la obra de este compositor no siempre fue bien recibida por la crítica, lo que le causó mucho sufrimiento debido a su sensibilidad. Un ejemplo emblemático de esto fue el fracaso de su Primera Sinfonía, que fue recibida con un rotundo fiasco, llevándolo a destruir la partitura original (aunque más tarde fue reconstruida). Este evento lo sumió en una profunda depresión, que incluso lo llevó a recurrir a la hipnosis como método terapéutico. De hecho, pasaron diez años antes de que volviera a retomar la composición de piezas sinfónicas.

Tras recuperar la confianza en sí mismo gracias al doctor Nikolaj Dahl -médico y psicólogo ruso, experto hipnotizador-, reanudó la escritura. A él está dedicado el Segundo concierto para piano y orquesta (1901), que fue un gran éxito. Si su Segundo Concierto fue y sigue siendo una pieza aclamada por el público, no siempre fue así en el caso de la Segunda Sinfonia. Sin embargo, Gustav Mahler dijo que "esta obra es espontánea y natural en su lirismo".

En concreto, el periodo en el que Rachmaninov no escribió nada fueron los tres últimos años de su vida, transcurridos en Beverly Hills, donde se había instalado y donde -ya más que establecido- se hizo construir una casa siguiendo el modelo de la de su temprana y próspera infancia rusa. Se dedicó únicamente a revisar el Cuarto Concierto para Piano. Para comprender sus silencios en la composición, tal vez baste con leer estas breves líneas que el joven Rachmaninov escribió en 1907: "Había caído en un extraño estado de ánimo –algo que me sucede a menudo cuando compongo–; un sentimiento de angustia, apatía y repugnancia por lo que estaba haciendo en mi trabajo, y eso significa repugnancia por todo lo demás, por supuesto".

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Segundo concierto para piano de Rachmaninov en la célebre interpretación de Rubinstein

El último de los románticos

Aunque alcanzó el éxito profesional sobre todo en el siglo XX, los logros y la producción de Rachmaninov contribuyen a su imagen de "último de los románticos", siguiendo también el tópico del compositor-pianista atormentado. Rachmaninov tampoco se reflejó en el "lenguaje moderno" del siglo XX, que "parece creado no desde el corazón, sino desde la cabeza", como él mismo afirmaba.

Pero a Rachmaninov también se le considera el último exponente del Romanticismo musical por la influencia que la producción de Chopin ejerció sobre todo en sus primeras composiciones. Además, de las diversas grabaciones que han llegado hasta nosotros, muchas se refieren a la música de Chopin y, en particular, a la Marcha Fúnebre de su Sonata, que también interpretó durante su última actuación pública, una semana antes de su muerte en 1943. También escribió las Variaciones sobre un tema de Chopin, Op. 22; se trata de 22 variaciones sobre el Preludio Op. 28 nº 20 en do menor de Fryderyk Chopin.

Rachmaninov también escribió una sonata, la Sonata n° 1 en re menor, que rivaliza con la de Liszt en dificultad y la supera ligeramente en duración (dura unos cuarenta minutos). Rachmaninov escribió: "Esta obra es naturalmente salvaje y como infinita. La idea básica consiste en dos personajes opuestos que remiten a un tema literario, Fausto. Por supuesto, no escribí música de programa en el verdadero sentido de la palabra, aunque se comprenderá mejor el sentido de la Sonata si se tiene presente este tema. Nadie se atrevería jamás a interpretar una obra así porque es demasiado difícil, larga y discontinua musicalmente. He estado tentado de trazar una sinfonía, pero me ha resultado imposible, ya que el motivo es típicamente "pianístico".

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La Marcha Fúnebre de Chopin en la magistral interpretación de Arturo Benedetti Michelangeli

Rajmáninov y Čajkovskij

Rachmaninov era también un gran admirador de la música de Chaikovski, quien, habiéndolo conocido de niño, preveía su futuro éxito. Tchaikovski fue un punto de referencia en particular para los conciertos solistas, que, según una definición dada en una entrevista a la revista The Etude en 1923, debían ser -como toda pieza para piano- "klaviermässig". Con esta expresión alemana, quería decir que las piezas para piano debían estar escritas perfectamente adaptadas a las características del instrumento y a las manos de los pianistas, que así podrían tocarlas con facilidad. El joven Rachmaninov también escribió un arreglo de la Sinfonía Manfred y de La Bella addormentata di Čajkovskij de Chaikovski para piano a cuatro manos y, tras la muerte de este último, compuso el Trio élégiaque n° 2 "en memoria de un gran artista".

Dies Irae como idea fija

El tema gregoriano del Dies Irae fue otra constante en la producción de Rachmaninov. Empleó la secuencia litúrgica en muchas de sus producciones y de diferentes maneras. Como director de orquesta, Rachmaninov dirigió composiciones que la contenían, como la Symphonie fantastique de Berlioz, que Rachmaninov dirigió en Moscú en 1912, donde la secuencia proporciona el material temático subyacente. Rachmaninov también estaba familiarizado con el Totentanz de Liszt, que es una paráfrasis del Dies Irae de Liszt, y había incluido en algunos conciertos el Poema Sinfónico Una notte sul Monte Calvo di Musorgskij, que también contiene el tema revisado.

Ya sea un inquietante "memento mori" para el compositor o una simple fuente compositiva ahora secularizada y típica de las composiciones del siglo XIX, encontramos el tema Dies Irae en la Sonata nº 1 para piano, en la Rapsodia su un tema di Paganini per pianoforte e orchestra, en el Poema sinfónico La Isla de Los Muertos, en la cantata Las Campanas, en las Danzas Sinfónicas y, en particular, en todos los temas de la Segunda Sinfonía.

La Fama y Las Críticas

En el "Grove's Dictionary of Music and Musicians", 5ª edición, 1954, vol. 7, p. 27, se dice lo siguiente sobre Rajmáninov: «Técnicamente estaba muy dotado, pero también muy limitado. Su música está bien construida y es eficaz, pero de estructura monótona [...] El enorme éxito popular que tuvieron en vida algunas de las obras de Rajmáninov no estaba destinado a durar, y los músicos nunca lo consideraron con mucho favor.»

Se da una parte la critica non lo apprezzava – in particolare come compositore – dall’altra troviamo moltissimi giudizi positivi nei suoi confronti e infatti raggiunse una vera e propria celebrità. Anche le sue mani contribuirono alla sua fama: come Liszt, Rachmaninov era infatti in grado di suonare senza difficoltà un intervallo di dodicesima sul pianoforte e, secondo alcuni, addirittura di tredicesima. Il virtuosismo dell’interprete si è riflesso anche nel compositore ed ancora oggi il suo Secondo concerto per pianoforte è considerato una delle composizioni più difficili e belle scritte per pianoforte.

Al successo delle sue composizioni hanno contribuito non solo talentuosi pianisti, ma anche il cinema. In particolare il Concerto per pianoforte n° 3 viene suonato in “Shine” (1996). Basato sulla storia di David Helfgott, il film racconta della sua vittoria ad una competizione con il famoso “Rach 3” e del conseguente esaurimento nervoso, portato anche dall’ossessionante e continuo esercizio per preparare il concerto.

La musica di Rachmaninov non ha per fortuna mai subito la sorte infausta predetta da alcuni e sopramenzionata, al contrario continua ad essere parte integrante dello studio e dei programmi delle sale da concerto e dei teatri, nonostante la sua grande complessità tecnica ed esecutiva. Vogliamo infine celebrarlo con le parole di un grande pianista - apprezzato anche dallo stesso Rachmaninov - Josef Hofmann: «Rachmaninoff era fatto di acciaio e oro: acciaio nelle braccia, oro nel cuore. Non riesco mai a pensare a questo maestoso essere senza che mi vengano le lacrime agli occhi, perché non solo lo ammiravo come artista supremo, ma lo adoravo anche come uomo».

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L'esecuzione del Terzo Concerto per pianoforte dal film Shine

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